Un nuevo colaborador en welovepolo: Nuestro amigo uruguayo Washington Evaristo Buenaventura (web) nos ha traído desde mundo Internet una deliciosa historia del sitio español diario lanza digital. Pasen y vean...
Del griego “Hippos” (caballo), la hipoterapia es una alternativa terapéutica a través de la que se aprovechan los movimientos del caballo para tratar diferentes tipos de afecciones. Es un tratamiento que usa el movimiento multidimensional del caballo de forma terapéutica como tratamiento médico para pacientes con disfunciones de movimiento y otras enfermedades. Históricamente, los beneficios terapéuticos del caballo fueron ya reconocidos hacia el año 460 a.c. Hipócrates, ya hablaba del saludable ritmo del caballo y a lo largo de la historia, se pueden encontrar numerosas referencias a los beneficios físicos y emocionales de la equitación desde el año 1600. La hipoterapia clásica en Europa, refleja el modelo alemán muy extendido desde 1.960, donde es fundamentalmente el movimiento del caballo y la respuesta del paciente lo que constituye el tratamiento. Unos beneficios a los que es posible acceder en Ciudad Real de la mano de un prestigioso profesor de equitación.
Cuando el caballo se convierte en un ‘médico’ de cuatro patas. Algo así es la hipoterapia, ya que gracias a esta técnica se puede conseguir que niños con autismo experimenten importantes avances en lo que se refiere a su movilidad y, especialmente, a que muestren sus sentimientos al animal cuando no lo hacen hacia muchas personas de su entorno. Y es que el caballo produce efectos físicos beneficiosos en los niños, el calor corporal y su gran tamaño, transmiten protección, solidez al abrazarlo y tocarlo. Estimula la concentración y la motivación, colabora en el aumento de la autoestima, así como la capacidad de percibir estímulos.
Esto es lo que ocurre con Jaena, una yegua árabe de 22 años, propiedad de Rafael Ayala, a quien dirige el profesor de equitación, el prestigioso jinete Víctor Berthold, conocido no sólo por ser un campeón de salto hípico sino por ser entrenador de grandes jinetes como Luis Astolfi o la Infanta Elena. Berthold ha cambiado en esta ocasión la hípica de alta competición por una que también incluye grandes retos para sus particulares jinetes, quienes también logran grandes “premios”.“Todo ha sido positivo para los chicos, desde la primera clase que impartimos hace tres años, hasta ahora. A pesar de que el tiempo que dedican a la hipoterapia es poco, porque sólo vienen media hora a la semana, lo cierto es que si los ves el primer día y los ves ahora, han cambiado muchísimo. De hecho, al inicio le tenían miedo al animal, pero poco a poco se han ido familiarizando con ellos y ahora, incluso, se ve cómo le demuestran a Jaena su afecto. Además, en lo que se refiere a la movilidad, también se nota mucho la evolución, puesto que la mayoría ya suben y bajan sólos y se nota como cuando bajan ya no tienen tan agarrotados los músculos”, explicó a Lanza Berthold, quien cuando llegó a Ciudad Real en 1987 ya había realizado varios cursos de hipoterapia en Alemania y Madrid, “y aunque entonces quise llevarlo a la práctica, para lo que hablé con el Ayuntamiento, no fue posible. Pero ahora, con la Fundación Cultura y Deporte es posible desarrollar este programa en Ciudad Real”, añadió.
Víctor Berthold tiene a su cargo a 24 niños y jóvenes cuyas edades oscilan entre los 5 y los 27 años -“y ninguno se me ha caído nunca”, bromea- con los que lleva trabajando tres cursos. La actividad principal que desarrollan en clase es montar a caballo al paso, pero además hacen ejercicios adicionales como tumbarse, ponerse de rodillas o subir y bajar del animal. “Al principio no fue fácil e, incluso, empleamos a un pony para que los niños fueran cogiendo confianza, tras lo que ya pasamos a la yegua.Mi experiencia de muchos años es que los chicos mejoran física y psíquicamente”, concluye Berthold.
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