No son las 14 todavía. El sol gobierna en General Rodríguez. Camino al club Centauros, Mal de Amores, el bar de Chapa Uno, tiene varios comensales que disfrutan de un almuerzo con olor a polo.
Otros eligen comer en el mismísimo lugar de los hechos. Ya en Centauros, que este 26 de abril luce distinto, de gala, Adolfo Cambiaso pregunta: “¿Va a alcanzar?”. Mira las cuatro cajas medianas de pizza, y cuenta a sus hambrientos acompañantes, entre los que está Ignacio Heguy, su coequiper en la conquista del US Open. Arrancan. Alcanza. Con lo justo.
La escena transcurre a pocos metros del palenque de Patricios, uno de los equipos del partido perfecto. Allí está Marcos Heguy, que posa con sonrisa tímida con su mujer, Gloria Pavlosky, con sonrisa amplia. Agustín Merlos habla y habla. Miguel Novillo mira y mira.
Cruzando los mimbres, de intenso rojo están los Granaderos. Es un palenque más tranquilo. Los tres ellerstinos están como en su casa: Gonzalito vive allí, Facundo cruzando la calle, Pablo tiene su club pegado. Luego de años y años de tener su bunker polístico en Los Indios, en San Miguel, Bautista también se hizo habitué de la calle Tanoira, con su Chapa Uno.
El único extranjero es Bartolomé Castagnola, ciudadano ilustre de su querida Cañuelas. Los lolitos, sus hijos muy rubios de pelo estilo príncipe valiente, van de un lado a otro. Mamá Camila Cambiaso filma y filma.
Comienza el partido. Esa es otra historia que welovepolo contará en los próximos días…
lunes, 28 de abril de 2008
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