15.35 del último domingo de septiembre. Justo detrás de los mimbres del tablero de la cancha más cercana a la entrada del Tortugas Country Club. Pasa Cecilia Rodríguez de Pieres y saluda. “Otra vez la rueda vuelve a girar” se le dice. Cecilia, con años y años en esto, sonríe mitad feliz mitad resignada.
Para ella, esposa y madre de polistas, los partidos no son otra cosa que una preocupación: hasta que no termine y estén todos los “pollitos” bien, no estará tranquila. Si los chicos ganan, mejor; pero no es lo primordial. Lo mismo le sucede a la ya mítica Nora Heguy, desde el otro palenque. Hace un tiempo que la madre más madre del polo confesó que los partidos los sufre.
Dos horas después, la sonrisa de Cecilia será completa. Y por supuesto la de Nora. Están todos bien, más allá de un susto por una caída de Juan Martín Nero. De un lado, los Heguy dejan irse la tarde en apacibles charlas con gente cercana en su palenque. Enfrente, hay más movimiento…
De camino a felicitar a sus hijos, Gonzalo Pieres saluda y deja ver su alegría por el cambio de posiciones. “Facu rinde mucho de tres, y Gonzalito de dos es un fenómeno”. Ya en el palenque, Cecilita, la más chica del clan Pieres, controla el acceso hasta que sus hermanos se hidraten y tomen aire después de su muy buen triunfo ante Chapa Uno.
Varias cámaras buscan a los protagonistas. El polo crece, no hay duda. Todos responden gentilmente, aunque queda claro que Facundo podría tener éxito más allá del deporte (para muestra, observar su pose de galán para la publicidad de Etiqueta Negra).
“De número tres tengo más contacto con la bocha. Además puedo arrancar desde atrás´, que me gusta”. Alguna adolescente lo mira de lejos y suspira. Lo que menos le interesa es que hable de polo. Pero Facundo habla de polo. Y sueña, ahora con la 3 en la espalda, llegar al atardecer del 8 de diciembre viviendo el día más feliz de su vida…
lunes, 1 de octubre de 2007
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