Juan Sauro es una institución dentro del polo argentino. Es desde hace muchos años el jefe de prensa de la Asociación Argentina de Polo. Siempre peinado a la gomina, se irrita fácilmente si se le toca su prolija cabellera, en un rostro que también muestra otro clásico de su personalidad: su inalterable y fino bigote.
El DNI de Juan muestra poco más de 80 primaveras. Si se enumerasen todos los partidos que vio en su vida, la cifra ascendería a varios miles. “Escuchame una cosita”, es su frase antes de empezar cualquier conversación. Entre varias frases célebres y denominaciones especiales, hay uno que supera a otros: sempiterna. Así llama a la lluvia: la sempiterna enemiga del polo…
En esta primavera 2007, la sempiterna muestra sus garras con fiereza. Y así se ven otros costados del polo. Por ejemplo, el idéntico final de cada comunicación telefónica con Francisco Dorignac en su carácter de presidente de la AAP y del Tortugas Country Club. “¿No me decís nada de Boca?”, pregunta y desafía por el mano a mano que da el torneo Apertura de fútbol entre su equipo e Independiente.
Los clubes sufren por sus canchas. La sempiterna no da pausas. Se aprecia las primeras declaraciones cruzadas entre los equipos, sutiles por cierto: “El único que puede practicar normalmente es Ellerstina”, lanzan desde los otros palenques, mezcla de elogios al impecable estado de las canchas del club de General Rodríguez (¿las mejores?) y un excusa anticipada ante posibles derrotas futuras antes los Pieres y los Mac Donough.
Juan Manzanares, el responsable de las canchas de Palermo, obstinado hincha de Racing, trabaja con su equipo para que el mejor estadio de polo del mundo llegue de la mejor manera para el Argentino Abierto. Los chicos del Intercolegial volvieron a clases hasta tanto el sol gobierne y puedan volver a jugar las semifinales de la Copa Santa Paula y la Copa Zeus. Centenares de polistas esperan ansiosos que ella cese para poder galopar y disfrutar de uno de los juegos más hermosos del mundo. Pero ella, la sempiterna, la impiadosa, no nos deja vivir en paz...
domingo, 7 de octubre de 2007
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