Jueves 18 de octubre. Primeras horas de la tarde. La calle Arévalo parece el paseo del polo. Sentados junto con Ernesto Rodríguez III, Coronel para los amigos, destacado periodista del diario Ole, pastas por un lado miniparrillada por el otro, se ve pasar la vida. Y, también, a buena parte del ambiente del polo.
Tarde distinta en Palermo con dos semifinales de Tortugas, y un hueco de dos horas y media entre ambas que permite un almuerzo reparador. En la esquina de Arévalo y Arce, Campo Di Fiori ofrece dos menús ejecutivos más que interesantes. “Estamos desbordados”, confiesa el mozo acostumbrado a jueves más tranquilos, sorprendido por la invasión de polistas y aficionados. Enfrente, en una mesa callejera de Las Cholas, un clásico de la zona, se ve una mesa bien familiar de los hermanos Merlos.
“¿Los ojos, no?”, comenta Agustín Merlos con su primogénito Rufino en brazos cuando se le comenta del parecido padre-hijo. “Pero el pelo es igual a la madre”, agrega orgulloso. El hermoso bebé de pocos meses, de ojos bien grandes al estilo Merlos, mira de un lado a otro, bien curioso.
Pasa Juan Harriott con su inalterable sonrisa, y saluda. Pasan Melito Cerezo y Mary a los besos y abrazos. El mozo se confunde y se equivoca las pastas. “Eran sorrentinos de muzzarella, no ravioles de verdura”. Mira, recuerda y dice: “Ya te lo cambio”. El momento es muy ameno como para preocuparse por ese detalle.
Matías Magrini camina distendido rumbo a la cancha. Esta de camisa y vaquero azul, dispuesto a ver desde el palenque el partido entre La Dolfina y Ellerstina. Un rato después cambiaba los azules por los blancos por la lesión de Mariano Aguerre. Junto con su esposa Paz Manau, pasa Eduardo Heguy y se detiene a hablar. “Habría que jugar más torneos en Palermo, aprovecharlo”, comenta con su tono habitual de análisis. Poco después, Gonzalito Pieres y Adolfo Cambiaso coincidirían.
Termina el segundo partido. El transito se embotella en la retirada. Mucha gente para un jueves de Palermo. Para un delicioso jueves de Palermo…
viernes, 19 de octubre de 2007
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1 comentario:
Delicioso comentario, casi tanto como el menú ejecutivo que compartimos con el amigo Birra.
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