Parece que la tecnología llegó al mundo. Y parece que él apenas se enteró. “Te llamé varias veces y no te ubiqué” se le puede decir. “me olvidé el celular una semana en la guantera del auto” responderá. “¿Podés mandarme una foto por mail y la publicamos?”, se le solicita. “Ni idea como se hace. Yo no usa computadora” contestará.
Está claro: la modernidad y él no se llevan bien. Humilde al máximo, su amiga María Vazquez lo tuvo que retar por teléfono el 17 de diciembre, el día que llegó a los dos dígitos de handicap. “Lucas, dejate de hinchar, valorate más”.
Ese día, Bartololmé Castagnola estaba más feliz que él. “No tengo palabras, no sé que decir. Es increíble, es inexplicable”, repetía Lolo. Y Adolfo Cambiaso también. “Es impresionante lo que logramos en tan poco años con un club que hicimos a los ponchazos”.
¿Y él? El decía: “No tengo la calidad de un 10 goles, pero sí la cabeza”. Esa cabeza que lo llevó a un ascenso meteórico. Dos Copas Cámaras de Diputados en 2002 y 2003, la oportunidad de llegar a un equipo grande en 2005, y desde entonces todo. Absolutamente todo. Tres títulos Argentinos, un handicap que saltó de 8 a 10, el gol de oro en 2007.
Ahora, con el 10, no habrá cambio alguno. Y él seguirá inalterable en sus costumbres. Siempre perfil bajo. Siempre el menos requerido en los palenques. Siempre con el celular más cerca de la guantera que del bolsillo. Siempre con su estilo. El estilo de Lucas Monteverde.
lunes, 24 de diciembre de 2007
lunes, 10 de diciembre de 2007
Estilo Polo: hoy, Freddo y Mimo
¿Qué piden los chicos en cualquier lado en épocas de calor? Helado. Mucho helado. Y en el Abierto de Palermo, también. Freddo, la empresa Argentina líder en elaboración y venta de helados artesanales, estuvo presente como el helado exclusivo del Argentino Abierto.
No es la primera vez que esta marca se hace presente en la competencia. Esta vez lo hizo con un stand bien ubicado cerca del Bar de Alpi. Como para tener el postre asegurado luego de comer un sandwich en el clásico bar palermitano.
¿Y si después los chicos siguen inquietos? Había otra opción: Mimo & Co, estuvo nuevamente presente en Palermo como primera Guardería Oficial. Mimo & Co presentó su guardería dentro de un espacio cerrado de 300 M2, con juegos de madera, un laberinto, con una estética muy cuidada a cargo de personal especializado y docentes profesionales, que organizan actividades recreativas para los chicos, juegos, coreografías, canciones, sorteos y la presencia de Hipomimo, el emblemático muñeco de la marca, son algunas de las propuestas para que los chicos se diviertan mientras sus padres disfrutan de los partidos.
La guardería funcionó durante todo el Abierto de 13 a 19.30 para chicos desde los 3 y hasta los 9 años con autorización de sus padres. Varios hijos de famosos pasaron por este didáctico y entretenido espacio.
No es la primera vez que esta marca se hace presente en la competencia. Esta vez lo hizo con un stand bien ubicado cerca del Bar de Alpi. Como para tener el postre asegurado luego de comer un sandwich en el clásico bar palermitano.
¿Y si después los chicos siguen inquietos? Había otra opción: Mimo & Co, estuvo nuevamente presente en Palermo como primera Guardería Oficial. Mimo & Co presentó su guardería dentro de un espacio cerrado de 300 M2, con juegos de madera, un laberinto, con una estética muy cuidada a cargo de personal especializado y docentes profesionales, que organizan actividades recreativas para los chicos, juegos, coreografías, canciones, sorteos y la presencia de Hipomimo, el emblemático muñeco de la marca, son algunas de las propuestas para que los chicos se diviertan mientras sus padres disfrutan de los partidos.
La guardería funcionó durante todo el Abierto de 13 a 19.30 para chicos desde los 3 y hasta los 9 años con autorización de sus padres. Varios hijos de famosos pasaron por este didáctico y entretenido espacio.
domingo, 9 de diciembre de 2007
Pincelazos 2007: fin Palermo
Esta vez el que grita es Lucas. No le gritan a él. Dos toques cortos y a festejar por tercera vez. Fiesta en Libertador como en 2005. Saltan todos, los de antes, los nuevos. Festejos en el palenque donde un rato antes Diego Maradona felicitaba a Cambiaos por convertir un gol de penal que entró de rastrón, pidiendo permiso. “Bien Adolfito, así, bien tirado”. A su lado, el tenista David Nalbandian, que de vez en cuando taquea en La Dolfina y más amigo de Adolfo Cambiaso, le decía: “No, Diego, para que sea bien tirado tiene que entrar alto”. Y el ex futbolista le contestó: “Penal que entra y es gol, está bien tirado”.
Ahora Lucas está en andas. Como Bartolomé Castagnola. Como Mariano Aguerre. Como Cambiaso. Y festejan como pocas veces se vio en el polo. O como nunca.
“Ni en pedo pensé que lo erraba”, asegura Lucas. No lo erró: fue el gol de oro.
Antes de subir al podio, Mariano saluda a sus cuñados. Arriba llorará. Mucho. Se llevó tres valiosos premios. Se los merece. Cerca suyo, Facundo no puede levantar la cabeza del piso.
Bartolomé habla y saluda. Se le sugiere que su equipo juego un polo abierto y el rival, cerrado. “Dame un beso, papá”, responde. Lo peor es que abraza y cumple. Está feliz por el tricampeonato. Está feliz por oír ese concepto.
Cambiaso, con un buzo encima de la remera (“soy muy friolento”, reconoció un tiempo atrás”, debe escapar de Palermo ante el asedio de la gente. Nunca le gustaron las multitudes. Ni siquiera en su club, cuando tres días antes de la final había tenido un largo día con los patrones de la Copa de Diamante en La Dolfina. Pero es amable: antes de la final, firmaba autógrafos en su palenque mientras los rivales estaban tensos en sus sillas.
Así comenzó el partido. Unos más sueltos que otros. Así terminó Palermo 2007.
Ahora Lucas está en andas. Como Bartolomé Castagnola. Como Mariano Aguerre. Como Cambiaso. Y festejan como pocas veces se vio en el polo. O como nunca.
“Ni en pedo pensé que lo erraba”, asegura Lucas. No lo erró: fue el gol de oro.
Antes de subir al podio, Mariano saluda a sus cuñados. Arriba llorará. Mucho. Se llevó tres valiosos premios. Se los merece. Cerca suyo, Facundo no puede levantar la cabeza del piso.
Bartolomé habla y saluda. Se le sugiere que su equipo juego un polo abierto y el rival, cerrado. “Dame un beso, papá”, responde. Lo peor es que abraza y cumple. Está feliz por el tricampeonato. Está feliz por oír ese concepto.
Cambiaso, con un buzo encima de la remera (“soy muy friolento”, reconoció un tiempo atrás”, debe escapar de Palermo ante el asedio de la gente. Nunca le gustaron las multitudes. Ni siquiera en su club, cuando tres días antes de la final había tenido un largo día con los patrones de la Copa de Diamante en La Dolfina. Pero es amable: antes de la final, firmaba autógrafos en su palenque mientras los rivales estaban tensos en sus sillas.
Así comenzó el partido. Unos más sueltos que otros. Así terminó Palermo 2007.
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